BUSCANDO LA BASE DEL ORDEN.
“Según parece, la filosofía proviene del esfuerzo por reducir lo múltiple a lo uno, de fundar lo múltiple en lo uno. Éste fue el propósito, a la vez físico y metafísico, de los antiguos griegos. Vivimos en una diversidad de solicitaciones sensibles, de cosas que aparecen y se transforman, nacen, mudan y mueren: un vertiginoso caos de impermanencia. Pasan las estaciones del año y las generaciones de los hombres, “semejantes a las hoja otoñales” para el primer poeta griego, la oruga se hace crisálida y luego mariposa, el mar cubre lo que ayer era desierto, no me conozco en mis cariños de ayer y mi propio rostro me va siendo ajeno. Ahora es de día y el sol baña mi ventana, pero quizás cuando tu leas este “ahora” te asediarán la noche o la lluvia: y no será menos “ahora”. Veo ahí una mesa, sillas, libros, pero quizá dentro de un instante diré “ahí” frente a una calle demasiado transitada. Pierdo lo más mío, que así se me rebela postizo o adventicio, del mimo modo que lo más indudablemente exterior ha llegado a ser indudablemente mío, por virtud de la memoria y el deseo. El río que que acoge no puede bañarme dos veces, no sólo porque las aguas que una vez me cubrieron ya habrán fluido muy lejos, sino porque aquel “yo mismo” que se introdujo en ellas en aquella ocasión se ha modificado o perdido tan irremisiblemente como la fresca onda que conoció. Y, sin embargo ...
Sin embargo, este caos de mi permanencia está misteriosa pero firmemente ordenado. Los astros giran en órbitas perpetuas, a cuya exactitud replican la simétrica alternancia del día y de la noche, las mareas y la terca caída de los graves. El fuego quema y asciende siempre, tal como siempre es apagado por el agua o avivado por un aire suave.. Los lobos, las abejas y los tiburones cumplen con minuciosa exactitud los hábitos y tendencias que conforman su singular destino. En al ciudad, los hombres pliegan la extravagante diversidad de sus intereses a norma similares i designan con palabras idénticas el mismo objeto. Existen la rebeldía y el equívoco, pero como homenaje inverso al orden. Y lo más importante de todo: mi propio pensamiento, en el que fundo un identidad de la que ningún cambio sabría hacerme dimitir, se estructura en ideas, en esencias que captan y refieren la inmutable característica de cada cosa en coherentes proposiciones que explicitan el orden y señalan el fin último y la sustancia primera de cada realidad. Bajo las diversidades y los cambios adivino algo único e inmutable, algo a lo que cada armonía parcial se remite y en lo que se funda, un puro y simple foco que constituye juntamente su objetivo, su bien y su verdad. El alma del hombre de orden, del ciudadano racional del cosmos, no puede descansar hasta haber hallado tal primer principio y haber comprendido suficientemente tanto su naturaleza como la necesaria relación que le une con cada brizna de hierba, cada idea o cada anhelo del corazón.
Quizá no haya en toda la historia del hombre un esfuerzo de fundamentación racional del orden tan exigente y ambicioso como del de los griegos.”
SAVATER, F.
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